domingo, 26 de enero de 2025

TERCERA PARTE - 17-01-1967

             Nuestro padre había sido trasladado a la escuela pública de la Bachstrasse, en Brambeck (creo que así se llamaba, estaba al lado del cuartel de bomberos). Según tengo entendido, ya no cambió más de escuela. Encontramos una vivienda en la Volksdorferstrasse, casi esquina Hamburger-Strasse, en el 2. piso a la calle, frente al Viktoria Park (restaurante con jardín), en Brambeck, donde vivimos bastante tiempo. 

Mi hermano Hans y yo fuimos a la escuela pública de la Oberaltenallee (la misma que aparece en el viejo cuento hamburgués) que corría paralela a la Hamburger-Strasse. Allí “cobré” por primera vez, con todas las de la ley, con el puntero del despacho del director, cuaderno de castigos, etc. Porqué, no me acuerdo, seguramente por insolente. 

            Sin embargo, no nos quedamos mucho tiempo porque nos cambiaron de colegio, a la Realschule de Eilbeck (N.d.T.) escuela media de 6 años a la que pueden asistir alumnos de la escuela pública. Posibilita el acceso a una formación profesional o escuela (técnica) universitaria. Anteriormente permitía hacer un solo año de servicio militar en lugar de tres (Einjähriges)), y nos pusieron a Hans y a mi en el tercer curso (Sexta). Fuimos buenos alumnos hasta que el director de la escuela escribió una carta a mi padre medio año antes del examen aprobatorio de la escuela media solicitando que sacara a mi hermano Hans de la escuela porque no estaba preparado para el examen final. Nuestro padre estaba furioso y se quejó de que apenas medio año antes del examen se pretendiera, después de cinco años y medio de escolaridad que sacara al muchacho. Cuando se le entregó además un certificado con la monserga acostumbrada “sus maestros lo acompañan con los mejores deseos para su bienestar futuro”, mi padre agarró el certificado y lo devolvió pidiendo que se obviara ese trámite ya que lo consideraba una burla. 

            En todo este asunto el más razonable fue nuestro maestro del curso, Dr. Bätjer, una persona estupenda que había acompañado su curso durante cinco años y medio y conocía a cada uno de sus alumnos.  Le dijo a Hans: En este penoso asunto ya no se puede modificar nada. Ahora aprendes cerrajería en forma práctica, de noche vas a la escuela industrial como corresponde, haces tu examen de Oficial. Luego vas a la escuela politécnica de Hamburgo, haces tu servicio militar de un año (Einjähriges) como voluntario y consigues así tu acceso a Universidad Tecnológica, Y así fue. 

            Este ejemplo demuestra lo que un buen maestro de curso puede ser para un alumno y lo que puede hacer por él. Es necesario haberlo vivido: no cualquier maestro es un educador ni tiene autoridad frente a su clase. El Dr. Bätjer sólo necesitaba mirar a su clase, en caso extremo daba unos golpes con la mano abierta sobre su escritorio y nadie se movía. En cambio, el Dr. Ernst Riedel que mencioné anteriormente, corría a los chicos con una regla. ¿Cómo es posible que los jóvenes se desarrollen así. 

            Entre tanto teníamos cinco años y medio más y antes que siga hilando el hilo, tengo que agregar algunos comentarios: cuando se venía de la escuela “pública”, de Barmbeck y para colmo de la “calle pueblerina popular, el padre sólo era un “maestros de la escuela estatal” y nuestra ahorrativa madre nos remendaba los fondillos de los pantalones, ya se entraba con el pie izquierdo a la Realschule. Lo mismo le pasó a Willy Oetke en el Johanneum (N.d.T.) escuela superior cristiana reformada humanística de gran tradición y exigencia, para hijos de la clase alta llamada “escuela de sabios”). Quienes no eran hijos de una familia de comerciantes importantes o de un senador (miembro del cuerpo colegiado que gobierna las ciudades libres y hanseáticas) estaban en desventaja desde el principio. Las distintas escuelas, la escuela pública, la escuela secundaria para acceso a escuelas técnicas (Realschule), la escuela secundaria similar a la Realschule con enseñanza de lenguas clásicas (Realgymnasium) para la docencia, el bachillerato humanístico (Gymnasium: escuela secundaria humanística con lenguas clásicas y acceso a la universidad) no solamente se aferran a una orientación y capacitación desde el principio, sino que favorecen en un estado libre oligárquico como es nuestro viejo Hamburgo es espíritu de castas que no conocemos aquí, donde todos van a la escuela primaria con guardapolvo blanco para cubrir todas las diferencias sociales; sobre la base de la escuela primaria sigue la secundaria que termina con el bachillerato y sobre la cual se basan todas las escuelas especiales y universidades. Quienas necesiten saber griego y latín para su carrera, lo aprenden en la facultad. 

Es digno de hacer nota que nuestros padres se esforzaron para que todos estudiaran algo y que a pesar de ello querían ahorrar y construir algo pero era fuente de conflictos. Una vez exterioricé mi deseo de aprender a nadar y mamá consideró que “la escuela ya es suficientemente costosa”. Entonces no existía deporte popular como ahora porque cada deporte era exclusivo. En lugar de desarrollar el cuerpo con la natación, nos podíamos ahogar tranquilamente con nuestra sapiencia escolar. 

            En cambio aprendimos a bailar por deseo expreso de mi madre y gran disgusto de nuestro padre. Las clases de baile se daban justo enfrente, en el Viktoria Park, que tenía un lindo salón a lo largo de la Hamburger Strasse, dos veces por semana, a la noche de 9 a 11. Cuando el reloj se acercaba a las 11, mi papá ya empezaba a mirarlo: si acompañábamos un trecho a nuestras compañeras de baile por la Hamburger Strasse y nos atrasábamos 10 o 15 minutos en llegar a casa, enseguida ardía Troya. ¿Para qué todo eso? Lo que se quiere es una cosa, lo que se debe es otra. ¿Qué pasa con un desarrollo armónico de la relación entre los jóvenes y la casa paterna?

 

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