A modo de recapitulación quiero agregar que antes de la fusión, la empresa Braun & Blanchard se había hecho cargo o había adquirido una empresa en Ñorquincó, en la cordillera. La distancia que la separaba de Madryn era de aprox. 500 km y al principio, el transporte se hacía en carretas tiradas por bueyes, más tarde con mulas. Las primeras tardaban un mes y las segundas, 15 días. Dado que las carretas también debían llevar carga en la vuelta y los clientes solamente podrían pagar con su lana, la empresa no tuvo más remedio que iniciarse en este reglón, aunque no tuviera personal especializado.
Entre tanto, la Sociedad Anónima había resuelto crear un servicio de vapores propio. Hizo construir dos vapores en Inglaterra, el “Asturiano” y el “Argentino”, a los que se agregó más tarde el José Menendez”, todos ellos para carga y pasajeros. Como Puerto Madryn estaba en la zona franca, era el lugar de transbordo ideal para todas las mercaderías importadas. Por eso, la Sociedad compró enseguida el antiguo vapor “Kaiser”, que prestaba servicio en el este de África, lo hizo cargar con madera en Suecia, hizo completar la carga con loza en Inglaterra y lo mandó a Madryn para que después de ser descargado, sirviera de pontón de transbordo. Naturalmente que la gran cantidad de madera, su clasificación y depósito, también nos dio un montón de trabajo, para lo que necesitábamos tinglados. Una parte sería reembarcada para el sur. También los vaporen que llegaron más tarde traían todos, la misma carga.
Además, la Sociedad Anónima se vinculó con EEUU (W.R. Grace & Co.), Italia y la Rolandlinie de Bremen, para que sus naves recalaran en Madryn. Para lograr este fin, naturalmente que tenían que conseguir la necesaria carga mínima.
El “Kaiser” no solamente sirvió de pontón de transbordo para las cargas destinadas al sur, sino también de pañol y despensa de los vapores propios, tanto en lo que respecta a implementos de cubierta como a alimentos. Claro está que todo esto implicaba mucho trabajo, porque muchos de los bienes tenían que encargarse en Europa. Cuando faltaba algo, los capitanes se quejaban a la dirección, primero en Punta Arenas, más tarde en Buenos Aires, mientras que nosotros teníamos que trabajar de noche para hacer todos los pedidos.
Naturalmente
que hubo que tomar un hombre que se ocupara de todo lo referente al servicio de
las naves.
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