viernes, 24 de enero de 2025

19-01-1967

             En la escuela secundaria superior (sin idiomas muertos) se desarrolló en mi una considerable predisposición para las matemáticas, particularmente cálculo diferencial y cálculo de integrales.  La consecuencia fue que para hacer las tareas escolares siempre se me aparecían tres, cuatro o cinco compañeros en mi casa. Una vez, no pudimos resolver un problema entre todos y cuando a la mañana siguiente se lo dijimos a Grimsehl nos contestó simplemente: Porqué no me vinieron a ver. Vivo en la Averhoffstrasse Nº XX en el piso X.  Así ocurrió que un buen día efectivamente cinco de nosotros nos presentamos en su casa. Para él no era ninguna molestia. 

De los idiomas prefería el inglés. El francés me presentaba dificultades ortográficas y así ocurrió que un día me devolvieron un deber con la siguiente nota: “Bien raconté, mais quelle quantité d’erreures !”. 

Es asombroso qué diferentes pueden ser las predisposiciones de un joven y cómo se desarrollan. Esto rige particularmente para matemática. Así fue que en el examen final del bachillerato uno de mis compañeros de nombre Bach devolvió las hojas con las preguntas de su examen al cabo de tres horas tal como las había recibido. 

Paralelamente a la escuela existía la Asociación de alumnos y exalumnos Uhlenhorst” que, si mal no recuerdo, se reunía cada quince días. Cada reunión empezaba con una alocución introductoria seguida de una renovación de fidelidad. Las reuniones tenían lugar en “Mundsburg” y el presidente era Ludwig Klüver, quien estaba un año y medio más adelantado que yo en la escuela. La asociación organizaba una excursión a la zona boscosa cercana a Hamburgo por lo menos una vez al mes y si no había mucha gente resultaban tanto más cordial. 

            En el invierno, la asociación organizaba un baile que generalmente empezaba con una breve obra de teatro o algunas canciones. El baile propiamente dicho se iniciaba con la gran polonesa, había carnets de baile para las damas que eran acosadas por lo interesados en anotarse en dicho carnet. Los bailes siempre atraían a mucha gente: más de una pareja de padres se unía y terminaba con una mesa de café común. 

En esa época, Frieda ya estaba en Hamburgo. Siempre era invitada en estos bailes y a la mañana yo la acompañaba a casa de tía Adele. 

Mi hermano Hans también participaba ocasionalmente de estos bailes o iba a los grandes bailes en lo de Sagebiel, organizados por los empleados estatales de Hamburgo y cuando a la mañana volvíamos a casa y llevábamos masitas frescas para el café, esto no significaba nada para nuestro padre. 

Como es difícil pasarla sin dinero, durante mi tiempo de escolar daba clases de apoyo en matemática, que conseguían los propios maestros en la Uhlenhorst. Así fue que entre otros, daba clases de apoyo a un chico de apellido Modenwaldt, cuyo padre era agente exportador, una persona excepcional, quien más tarde me consiguió un empleo de pasante comercial. Esto demuestra que todo está relacionado en la vida.

 

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