jueves, 16 de enero de 2025

CAPÍTULO 5 - 27-01-1967

             Había llegado el 5 de agosto de 1907, el día de mi partida de Hamburgo. El correo matutino me trajo una tarjeta postal de nuestro padre, quien había tomado unos días de licencia en Mecklenburg. Tuve la impresión de que quería evitar una despedida personal. 

            Mi madre estaba presente cuando hacía mis valijas: un baúl de camarote y uno más grande para llevar en la bodega. 

            Al atardecer fuimos al puerto: mi madre y mis hermanos –entre tanto se había agregado un rezagado, mi hermano menor Alfred. Ludwig Klüver vino a despedirme. Ya anochecía, cuando un señor me apartó discretamente del grupo y se identificó como policía secreto. Me pidió mis documentos, pero no tuvo objeciones. Unas pocas palabras de despedida y subí a bordo. Poco después, el vapor soltó amarras y Elba abajo, pasando por Altona, Oevelgönne, Blankenese, dejó atrás el hogar. 

            El vapor tenía pequeños camarotes con 2, 3 o 4 cuchetas, no me acuerdo bien. Me dormí pensando que iba al encuentro de un nuevo mundo o de un nuevo hogar. 

            Al día siguiente cruzamos el Mar del Norte. Había un poco de marejada, pero era soportable. Me hice amigo de dos jóvenes que se proponían emigrar a Australia y se bajarían en Liverpool para abordar un velero. 

            A la mañana siguiente habíamos amarrado en el puerto de Hull; uno de mis compañeros de viaje resultó ser un pastor anglicano, identificado por su cuello duro abrochado atrás. Tomamos el tren que nos llevó a Liverpool pasando por Sheffield y Manchester. No recuerdo con claridad, pero creo que mis dos compatriotas me llevaron con ellos a una pensión privada y a la noche fuimos juntos a un espectáculo “Musical” que empezaba con el himno nacional. A la mañana siguientes, mis dos compatriotas abordaron su velero mientras que yo deambulaba por los diques para conocer el “Flamenco”, aunque sea por fuera, pues el embarco estaba previsto para el día siguiente. A la tarde caminé por la calle principal de Liverpool que conducía desde la estación principal hasta el puerto, compre algunas tarjetas postales y finalmente aterricé nuevamente en la pensión privada.

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