domingo, 12 de enero de 2025

01-02-1967

             A la mañana siguiente empezó la parte seria de la vida. 

El edificio comercial propiamente dicho todavía se estaba construyendo (de bloques de cemento) y mientras duraran los trabajos la empresa trabajaba en un gran galpón de chapa acanalada. Al frente, con entrada desde la calle, se había instalado el negocio, atrás había un depósito de mercadería. En la mitad, junto a un portón corredizo, estaba la oficina, con una ventana protegida con varillas de hierro que daba al patio. En dicha oficina había un gran escritorio, donde me acomodó el Sr. Gomez después de haberme saludado muy amablemente y me entregó una pila facturas de mercadería para que calculara los respectivos precios de costo. 

Hay que agregar que todas las mercaderías corrientes venían de Buenos Aires, específicamente en los vapores de la Hamburg-Süd que había formado una subsidiaria para servir los puertos de la Patagonia. 

A raíz de la conexión marítima directa con Liverpool, todos los bienes importados provenían principalmente de Inglaterra. La empresa Braun & Blanchard con sede en Punta Arenas y sus filiales a lo largo de la costa estaba muy vinculada con empresas inglesas y su crédito (Duncan, Fox & Co, de Liverpool y Morton de Londres). Las mercaderías más bonitas venían de Francia, embarcadas en La Rochelle Pallice, las españolas de La Coruña o Vigo, mientras que las mercaderías de Alemania venían de Hamburgo (Mengers & Co., Oertling Gebrüder) previo tránsito por Buenos Aires. 

Téngase en cuenta que al sur del paralelo 42 (que pasa un poco al norte de Puerto Madryn), la Patagonia estaba exenta del pago de derechos aduaneros en base a un decreto-ley del Presidente Roca, quien hacia principios de siglo había hecho un viaje al sur. Desembarcó en Madryn para visitar la colonia galesa del valle del río Chubut y luego siguió viaje hacia el sur, hasta Punta Arenas, donde se entrevistó con el Presidente Errázuriz de Chile. Este acto de hermanamiento se inscribió en la historia. 

La exención de impuestos aduaneros estaba destinada a favorecer el desarrollo de la Patagonia, que estaba muy poco poblada y gracias a ella podíamos importar los mejores bienes de cualquier país del mundo. La feliz circunstancia de que entonces Argentina fuera un país bendito, con floreciente agricultura y ganadería y la correspondiente exportación a Europa fortalecía el valor de su dinero. 

En ese tiempo, un dólar norteamericano valía:

(hoy 280.-)  2,40 pesos argentinos, una libra esterlina

(hoy 750.-)11,40 pesos argentinos, 1 marco alemán

( hoy 70.-)  0,57  pesos argentinos 

Además, había monedas de oro de curso legal; un Argentino de oro era igual a 5 pesos de papel. También había libras esterlinas, dólares mejicanos y norteamericanos y cuando el buque-escuela argentino iniciaba el viaje de estudio de los cadetes del último año alrededor del mundo sólo llevaba oro en sus cajas. 

Todo esto sólo tiene el propósito de que se comprendan mejor las condiciones reinantes en ese tiempo. 

Vuelvo ahora a mi pila de facturas de mercadería en toda clase de monedas y sus posibles valores monetarios para calcular los precios de costo, en los que había que incluir todos los costos y gastos - y debo admitir que eran unos cuantos- lo que me tomaba bastante tiempo, particularmente cuando se trataba de facturas largas, con muchos rubros. A veces me preguntaba, cómo se habían podido amontonar de esa manera y qué había pasado entre tanto con la mercadería.

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