6-3-67
Esta crónica familiar surgió de la propuesta que me hiciera mi sobrino Erwin Grimm, único hijo de mi hermano Hans, que tenía un año más que yo y con quien me crié, fallecido en 1966.
Con motivo de la Navidad de 1966, Erwin me escribió una carta en la que me decía que su padre no había dejado datos sobre el origen de la familia u otros. Me preguntó: “¿sería posible que aún pudieras empezar ahora?”. No quise ni pude rehusarme en memoria de mi último hermano. Así es que empecé a escribir el 27-12-66.
Los caminos de los hermanos se separaron pronto, pero yo seguí escribiendo. Eviten juzgar si fue correcto revolver el pasado con algunos recuerdos poco gratos. Pero quizá nuestros hijos y nietos tengan derecho a saber de dónde vinieron sus padres o sus antecesores y cómo se abrieron paso en el país extraño que se convirtió en su hogar.
Yo no hice grandes cosas en mi vida. Las aristas negativas de mi naturaleza y mi carácter superan a las positivas. No se si puedo responsabilizar de ello a mi herencia o es efecto de cierta deformación.
Hay dos circunstancias que influyeron sustancialmente mi vida: en primer lugar, que el destino me hiciera emigrar de mi vieja patria, pues después de dos guerras mundiales seguramente descansaría bajo la hierba en alguna lugar del ancho mundo; en segundo lugar, que me haya casado con Frieda Klüver – o ella conmigo- a la que todos le debemos infinita gratitud.
La crónica familiar se ha convertido en una confesión, una profesión de fe; un confesor no critica.
“Este ha sido un hombre y eso significa ser un luchador”.
Fdo. Rudolf Henry Grimm
*28-02-1886, en Hamburgo
Acassuso, 06 de marzo de 1967
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