martes, 24 de diciembre de 2024

12-02-1967

          Ya que hablo del edificio nuevo de la Tienda, tengo que agregar algunos datos:

Cuando Michel estaba conmigo en Madryn, es decir antes del casamiento, el apoderado de la viuda Ferrari, propietaria del terreno, me ofreció la casa en venta. Dado que Mr. James cobraba los alquileres, le pedí una tasación del terreno y le hice una oferta al apoderado por el mismo precio,, siempre con la condición de que pudiera concederme cómodas condiciones de pago. Aceptó y obtuvimos el edificio viejo de la Tienda.  Cuando quedaron saldadas las cuotas, tuve que pedir al escribano Catalá que intimara al apoderado la transferencia del terreno. Si mal no recuerdo, anteriormente se había hecho en Buenos Aires una escritura de promesa de compra-venta y allí se demostró el doble juego del apoderado que quería que Frieda le diera $ 1.000.- a cuenta sin recibo. No sigo ahondando en este asunto para no reavivar aún más recuerdos desagradables. 

La casualidad quiso que en mi viaje al casamiento de Fiti y Peter viajara en el mismo camarote con el Juez Letrado de Río Negro. Para el regreso había pedido un borrador de la escritura de compra-venta y como el Juez nuevamente viajó conmigo y había sido muy amable conmigo, junté valor y le pedí su opinión. Me alertó sobre algunos detalles, lo que comuniqué a Frieda por escrito a mi llegada a Madryn. Fue motivo suficiente para que el escribano se sintiera incómodo. 

La vieja y querida casa se había puesto “demasiado vieja” y resolvimos demolerla y construirla nuevamente. Diógenes García se mostró dispuesto a alquilarnos el ala del edificio de su comercio que daba al Hotel Vasconia y San Juan por el tiempo que durara la construcción. Nos mudamos. Desde que Wilhelm se había hecho cargo del negocio se había puesto de acuerdo con Luis Palma y trabajaban bien en el local provisorio. 

Ya habíamos empezado con la demolición de la casa vieja cuando apareció Diógenes García y me propuso que construyéramos en el terreno lindero que había pertenecido a su tío Eloy García y cuyo hotel se había quemado una mañana con el consiguiente peligro para nosotros. Yo debía cambiárselo por el mío. Yo le dije que como favor, no correspondía. Finalmente nos pusimos de acuerdo y a regañadientes construimos en el terreno vecino.

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