Este viaje a Bariloche fue –hasta ahora- nuestros último viaje. Nos hemos puesto achacosos e impedidos. Oma está bastante bien, pero tiene que cuidarse, no debe hacer esfuerzos.
En lo que se refiere a mi soy una persona torpedeada. La artrosis en la columna es incurable y muy probablemente, progresiva. Lo trágico de todo esto es que no debería haberme ocurrido, pues las radiografías de 1952 de Braunschweig lo mostraba perfectamente y el diagnóstico escrito decía expresamente spondylitis deformans (en griego “espondylos” son los diferentes huesos de la columna vertebral). Es increíble que en el departamento de reumatología de Braunschweig, que solicitó la radiografía, no se me haya alertado y no me hayan aconsejado, no solamente usar un corset apropiado, sino también que cuidara la columna y no hiciera esfuerzos. Igualmente increíble es que todos los médicos de aquí, incluyendo el Prof. Dr. Ottolenghi, Titular de Ortopedia y Traumatología de la UBA me hayan tratado de una desviación de la columna y quisieran enyesarme. No me puedo entregar. Por eso todavía estoy en manos de los médicos, los que sólo me pueden tratar los síntomas de vejez.
He
llegado prácticamente al final de mi crónica. Como complemento escribiré un
epílogo a modo de prólogo y quizá agregue un relato sobre Puerto Madryn y la
Patagonia y algunas reflexiones sobre mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario