En Comodoro Rivadavia todo se dio como estaba previsto y pude empezar a pagar. Mis sucesores fueron Lütt y Frank. La mujer de Lütt tenía dinero de su primer matrimonio, la empresa construyó su propia casa en la esquina de la misma cuadra, se encargó de tener un buen surtido e hizo plata, de manera que un buen día se pudieron separar. Lütt compró un gran complejo en Bariloche, sobre el camino a Llao Llao, se construyó una linda y cómoda casa y subdividió el resto en lotes para venderlos. Los visitamos allí cuando estuvimos en Bariloche para las bodas de plata de Frida y Peter. Estuvieron encantadores con nosotros. Frank se fue a Córdoba.
En el interín, Baigorri se había cansado de Madryn, decía que “solo” podía ganar más dinero. Se estableció en la calle España con apoyo de su paisano Félix Arbeleche, pero fue un fracaso.
Para sucederlo llamé a Alfred que estaba en San Antonio. El negocio nunca trabajó tanto como en el tiempo de Alfred. En las vacaciones de verano de los chicos, Frieda iba a ayudarle, hasta que al cabo de los años llegó el día que dijo: no puedo más, por favor, vengan.
A mi regreso a Buenos Aires y como estábamos muy apretados en Colegiales, pude alquilar por $ 50.- al mes una espaciosa oficina en la calle Bartolomé Mitre 754, donde trabajos con entusiasmo porque podía comprar nuestra mercadería al contado.
Más tarde, incorporé a Rudi, después que terminó el colegio alemán de la calle Monroe y no sabíamos muy bien qué iba hacer, para que empezara a trabajar conmigo, hasta que un día el Sr. Hügel de la empresa lanera Staudt & Co. nos ofreció un puesto de aprendiz (cadete) para él.
Cuando Elsita terminó la escuela secundaria, estudió para Maestra de Escuelas Particulares bajo la dirección de una profesora, aprobó su examen y se convirtió, bajo la dirección del Sr. Albicker, en la primera maestra, directora, etc. , todo en una persona, de la nueva escuela alemana de Munro.
Frieda y los chicos estaban en Madryn cuando se presentó la oportunidad de alquilar una casa en la calle Nahuel Huapí, en Coghlan. Tomé rápidamente la decisión y me mudé. Era un lugar muy agradable y cerca de la estación y desde allí nos mudamos más tarde a la calle Guanacache donde fuimos muy felices y donde los chicos, ya crecidos, encontraron un hogar apropiado.
En el entusiasmo de contar me he salido de la cronología en la relación de los acontecimientos, pero en última instancia, no se trata de un diario.
En 1925 viajé a “allá” para ver si conseguía una buena representación que pudiera atender paralelamente con la Tienda. Viajé con el “Cap Polonio en segunda clase por consejo de un tal Sr. Moser, a cuya casa íbamos a almorzar con Willy Oetken, y dispuse de un camarote para mi solo hasta llegar a Hamburgo.
Fue un lindo viaje, el barco dejó atrás todas las preocupaciones. Pero lo mejor fue la llega, Blankenese arriba. Todo el mundo saludaba, los músicos de abordo tocaban, los demás pasajeros se asombraban y participaban con entusiasmo. Todos me recibieron en el desembarcadero, llovieron invitaciones. Dormía en la Heitmannstrasse, en casa de mi hermana Paula y su marido.
En Leipzig me esperaba un tal Sr. Schmidt que había trabajado una vez en mi oficina. Ya me había conseguido una pensión en el mismo edificio en que vivía.
Peinamos toda la Exposición –no podíamos haber encontrada algo más grande- y para lo más chico luego me faltó tiempo.
Schmidt también me acompañó a la salida del tren que iba a Frankfurt pasando por Bebra, donde me esperaba mi cuñada Lotte, a pesar que no nos habíamos visto nunca. Ya en esa época, mi hermano Hans no podía hacer nada que no fuera correcto. Me quedé algunos días con ellos. Con sentimientos encontrados vi pasar un convoy de soldados franceses en dirección a Mainz, Alemania todavía estaba ocupada.
Mi hermano Hans era Director de la fábrica de cobre en Gustavsburg.
De
vuelta en Hamburgo me hice una escapada a Curau con Emma Paetzel, la hermana de
Frieda, a la casa paterna y al cementerio. También fui a Bockholt y a
Fassendorf, donde conocí a Meta Klüver de Knoop y a Arnold.
Volví con el “Monte Sarmiento”.
Entre tanto, Frida había terminado la escuela alemana y un año más tarde lo había hecho Wilhelm. Frida fue a la escuela inglesa de Miss Comry en Belgrano (“poor little Frida”) y Wilhelm entró en Bunge & Born por mediación del Sr. Blum, padre de un compañero de la escuela, donde adquirió gran práctica. Más tarde, los años de la guerra pondrían fin a su carrera.
En
ese tiempo ya nos habíamos mudado a la calle Guanacache, en Coghlan, donde nos
sentimos muy cómodos.
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