A la era seguía una antecámara, donde a derecha e izquierda había un gran arcón y se colgaban los jamones, los tocinos y las butifarras ahumadas (Mettwurst) cuando venían del ahumadero. Detrás de uno de los arcones arrancaba la escalera que subía al lado de atrás, donde había dos camas, las que eran heladas en invierno y se necesitaba un buen rato para entrar en calor debajo de los grandes edredones de pluma. Es que también solíamos ir al Haarberg en las vacaciones de Navidad, algunas veces papá y yo, otras mi hermano Hans y yo. Me acuerdo muy bien de un viaje con mi hermano Hans en el que llevamos, entre otros, una pequeña carretilla y tardamos bastante tiempo hasta que nuestras manos que estaban congeladas volvieran a entibiarse. Seguramente los guantes se consideraban un lujo y tampoco hubieran mantenido el calor en el largo camino de Stockelsdorf, rodeando el cerro y pasando por Dakensdorf.
De
la mencionada antecámara se pasaba a un espacioso comedor y living con dos
ventanas que daban a las grosellas (Johannisbeeren) y al jardín de atrás. Había una gran estufa (N.d.T.) Kachelofen: chimenea cerrada
revestida de azulejos, con banco adosado). Desde la misma antecámara, a la
izquierda, se llegaba a la cocina con una cocina de fuego abierto y una campana
para salida del humo.
De
la cocina se pasaba a una pequeña habitación esquinada y living con dos
ventanas que daban a ambos lados y de esta habitación se accedía a un
dormitorio. Debajo de la cama de madera con un borde bastante alto se guardaban
las papas (Kartoffelkuhle: pozo para papas). La cama propiamente dicha estaba rellena
de paja que se cubría con una sábana de tela de hilo basta. Esta parte de la
casa la usaba la abuela, era la que le correspondía en usufructo y cuando era
niño, en las vacaciones, dormía allí con ella.
A
la salida de la cocina estaban las grosellas o se seguía a lo largo de la casa
hasta el chiquero –los cerdos solían ser el orgullo de cualquier campesino-
mientras que el camino doblaba en los grandes árboles de manzana y pasaba los
arbustos de grosellas espinosas (Stachelbeeren) hacia el horno. Los habitantes
de Haarburg horneaban su propio pan, redondas hogazas de pan de centeno, cada
cuatro semanas y cuando se había terminado de hornear el pan, se secaban
plantas y manzanas, según la estación. Cuando al cabo de cuatro semanas el pan
empezaba a tener moho, nadie se avergonzaba, simplemente se cortaba la parte
mohosa.
El
tío August y la tía Auguste eran personas muy trabajadoras y austeras. En aquél
tiempo todavía se trabajaba todo el campo. Siempre encontraban un campesino que
les araba y rastreaba la tierra; alternando los cuadros sembraban trigo y
centeno, forraje y papas. Tío August guadañaba y tía Auguste iba detrás atando
las gavillas que luego se paraban en grupos. Nunca era tan sabrosa la leche del
jarro de cerámica como durante la cosecha. Varios otoños ayudaba a desenterrar
las papas hasta que venía la abuela con la pipa y decía: “Pará un poco Rudolf,
prendeme la pipa primero” (dialecto: (“Hol man op, Rudolf, steck die man erst
mal die Piep an”).
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